Seis hábitos que practican los líderes

10.12.2019

Liderar a otros es un proceso de aprendizaje continuo, principalmente aptitudinal, pero donde la actitud es la clave que hará que algunos lleguen a conseguirlo con éxito y muchos otros se queden en el camino.

Un líder es una persona capaz de inspirar a otra y que consigue que ésta lleve a cabo acciones que les benefician mutuamente. El liderazgo ya no tiene que ver tanto con liderar a multitudes hacia una meta común. De ser así, sería frustrante puesto que la mayoría de nosotros inicialmente no aspiramos a tal cosa.

El liderazgo debe convertirse en algo más cotidiano, más del día a día y más aterrizado en la realidad empresarial: buscar la consecución de los objetivos poniendo a las personas en el centro. El líder es alguien que ayuda a que otros consigan sus objetivos, pero también debe conseguir los propios para que ambos se sientan mutuamente orgullosos de lo alcanzado. Dicho de otro modo, el liderazgo comienza cuando la persona es capaz de liderarse a sí mismo, para lograr sus objetivos y desde ahí ayudar a los demás.

Al desgranar las principales características que debe de tener un líder, hablaría de seis principales.

La primera, debe de ser sin duda, el equilibrio. Si un líder se deja llevar por las emociones negativas, el estrés le puede y no gestiona adecuadamente la adversidad, difícilmente podrá liderar a otros. El equilibrio implica tener una buena inteligencia emocional y, sobre todo, moverse adecuadamente en los diferentes ámbitos en los que interacciona con otros: trabajo, familia, amigos, hobbies, etc.

En segundo lugar, ese equilibrio debe llevarle a la congruencia. Un líder es una persona que hace lo que dice que va a hacer, que nunca promete cosas que no vaya a cumplir y que no "sobrevende" algo para conseguir que los demás lleven a cabo acciones que le beneficien. Esta segunda característica quedaría definida con la frase, "el líder debe caminar lo que dice".

En tercer lugar, un líder lidera con el ejemplo, es decir, no escurre el bulto cuando las cosas se ponen feas, sino que es el primero que afronta las situaciones por difíciles que éstas sean y empieza a trabajar en su solución, haciendo que los demás le sigan. Esta característica es muy importante, porque las personas tienden a imitar las conductas que ven en las personas a las que siguen.

En cuarto lugar, un líder tiene claro a dónde va y, lo que es mejor, es capaz de transmitirlo a los demás. El líder sabe cuál es su objetivo y desde allí traza el camino para llegar a conseguirlo. No se deja guiar por el miedo, sino por la posibilidad de conseguir objetivos, si cabe, más retadores. Esto, que a priori parece muy básico, engloba una capacidad elevada de visualizar lo que se quiere conseguir y además hacer que otros también lo visualicen. Cuando hablo de visualizar, me refiero a la capacidad que todos tenemos de vernos en el futuro habiendo realizado metas que nos habíamos propuesto. Nuestro cerebro tiene esa habilidad, la de ponernos en lugares dónde no hemos estado hasta ese momento y hacernos sentir como si estuviéramos allí, siendo capaces de sentir, ver y escuchar cosas muy parecidas a las que sentiremos, veremos y oiremos una vez que lo hayamos conseguido.

En quinto lugar, un líder escucha desde el respeto, desde la comprensión de lo que su interlocutor está diciendo, cómo lo está diciendo y, sobre todo, por qué y para qué lo está diciendo. Cuando el líder no escucha, depende solamente de sí mismo, de su capacidad para tomar decisiones y conseguir resolver los retos a los que se enfrenta. En ese caso, se pierde la oportunidad de descubrir otras posibilidades que él no está contemplando. Si el líder escucha y fomenta un liderazgo participativo, conseguirá que los demás le aporten diferentes puntos de vista, que le permitan observar la realidad desde otra perspectiva que, en muchas ocasiones, él no se habría planteado. Esto no implica que al final sus decisiones dependan de lo que digan otras personas o de la democracia dentro del equipo. A través de la escucha el líder será capaz de tomar la mejor decisión posible. Además, si la solución proviene de su equipo, éstos estarán todavía más involucrados en la puesta en marcha de la misma.

En sexto lugar, el líder siempre da feedback a su equipo sobre el rendimiento que éste está llevando a cabo, es decir, les dice lo que están haciendo bien y lo que se puede mejorar o hacer de otro modo. El líder celebra con su equipo cuando se han conseguido los resultados esperados y analiza dónde se han cometido errores para aprender de éstos y no volver a repetirlos.


En definitiva, todos podemos liderarnos a nosotros mismos. Liderar a otros es un proceso de aprendizaje continuo, principalmente aptitudinal, pero donde la actitud es la clave que hará que algunos lleguen a conseguirlo con éxito y muchos otros se queden en el camino.